Nuestro pensamiento depende mucho del lenguaje. Cuando estamos pensando en qué nos gusta, dónde ir este fin de semana, o escogiendo cuál es la próxima acción más adecuada, estamos teniendo una conversación con nosotros mismos.
¿Te has fijado alguna vez en como hablas, en la forma en que dices las cosas? Haz una prueba. Recuerda algo que tengas pendiente hacer, por ejemplo, limpiar tu casa. Ahora dite a ti mismo, en voz alta o internamente, «he de limpiar mi casa», y nota como te sientes. ¿Te gusta? ¿Te alegra? ¿Te entristece? Ahora repite la frase pero con un cambio, di «voy a limpiar mi casa». ¿Notas algo diferente? ¿Te sientes más motivado? ¿Lo ves más o menos realizable?
Como habrás notado, aunque algo se puede decir de muchas formas, no es siempre lo mismo. Cada palabra tiene un significado distinto para nosotros, y la forma en que las usemos influirán en nuestro estado. Ahora veamos una aplicación práctica.
Próximas acciones
En GTD decimos que apuntamos las próximas acciones con un verbo concreto. «Comprar dos sillas plegables» es más útil que apuntar «dos sillas» o «solucionar asunto sillas». En el primer caso, la acción está muy bien definida. ¿Qué tiene de bueno? Primero, que no hay confusión a la hora de trabajar. Segundo, una acción bien definida nos da la impresión de que es algo asequible, realizable, y nos sentimos más atraídos a hacerlo: ¿quien no es capaz de comprar dos sillas?
Proyectos
Los proyectos los apuntamos como si estuviera ya realizado, como «presentación de ventas preparada». Así, cada vez que revises tu proyecto, tan solo leerlo te va a recordar la imagen de lo que quieres conseguir. «Vacaciones a China hechas» me evoca todo lo que quiero ver y disfrutar cuando esté allí, y lo que he de vivir para que eso suceda. Así ganas dos cosas: ser consciente del proyecto, y motivarte para acabar el proyecto y conseguir ese resultado que imaginas y deseas.
Otros enunciados
Quizá sea al hablar, quizá al escribir un diario, o quizá al pensar en todo lo que quieres conseguir, en algún momento pensarás en tus objetivos. Cuando lo hagas, hazlo siempre con afirmaciones positivas y seguras. No pienses («pienso…») en hacer algo, dalo por hecho («haré…»). Las cosas no ocurrirán «si haces esto», piensa siempre en «cuando hagas esto». Y cuando tengas claras tus próximas acciones, no le digas a nadie lo que «quieres hacer«… ¡Anuncia al mundo lo que «vas a hacer»!
Fotografía: Magnetic Fridge Poetry, de MinimalistPhotography101.com