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El calendario estacional o Asimoviano


Mañana es 29 de febrero. Esto solo pasa una vez cada 4 años. Este año 2020 tiene un día más que el resto, así que podemos decir que tendremos un día «extra». Esto es un truco, claro. Los días son los que son, lo único que cambia es cómo representamos ese día.

Esto me ha hecho recordar mi primer amor «efectivo».

El calendario de Asimov

Hace unos años se ha vuelto a popularizar un calendario que originalmente creó Isaac Asimov. Asimov era un escritor de ciencia ficción, pero antes de eso era científico con inquietud en varios campos. En su libro La tragedia de la Luna publicó una propuesta de calendario perpetuo.

Asimov propone que, en lugar de dividir el año (es decir, el tiempo que tarda la Tierra en dar la vuelta al Sol) en meses, lo hagamos en cuatro «estaciones» de 91 días. Las estaciones se llamarían A, B, C y D. Los cuatro bloques quedarían igual, con lo que tendríamos un calendario perpetuo:

En el calendario perpetuo de Asimov, todas las estaciones son iguales. Cada estación tiene 91 días, empezando la semana en domingo. El primer día es domingo 1, el segundo lunes 2 etc. Así hasta llegar al sábado 91.
Calendario de una estación. Las cuatro estaciones son idénticas.

Si te has fijado, hay un pequeño desajuste. 91 días por 4 estaciones son 364 días, y un año dura 365,5 días. Eso quiere decir que hay un día que no entra en esta estructura (dos los años bisiestos, como éste). Pero Asimov tenía respuestas para todo.

Él propuso un día festivo llamado el «Día Mundial del Amor Fraterno». Una de las estaciones tendría 92 días en lugar de 91. Ese día adicional no tendría un día de la semana, no se le llamaría ni lunes, ni martes, ni cualquier otra cosa.

Cambiar a un nuevo calendario es una tarea titánica, por no decir imposible. Primero por lo costoso (económica y culturalmente) que sería. Segundo, porque hay culturas y religiones a las que esta organización les resulta un problema.

Ventajas del calendario perpetuo

Aún así, pensemos por un momento en las ventajas que tendría sobre la efectividad este calendario:

  • Siempre sabríamos en qué día de la semana cae una fecha. El 48 de A es sábado, igual que el 48 de B.
  • Los cálculos sobre periodos siempre serían iguales. Al sacar un resultado económico a tres meses la cantidad de días no es constante. Con este otro sistema las estaciones son constantes.
  • Los turnos de trabajo se pueden cuadrar una sola vez.
  • Sería más sencillo saber cuántos días han pasado entre dos fechas.
  • Los festivos estarían fijados. Se acabó adivinar cuándo viene un puente o el tiempo que tendremos una semana concreta.

Este artículo, a la vista está, no es un ensayo profundo donde analizo todos los pros y contras en detalle (por ejemplo, ¿cómo se contabiliza el día del Amor Fraterno, si todo cuadra tan bien?). Solo pretendo mostrar la posibilidad de hacer las cosas de otra forma.

Cuando leí el libro hará más de 20 años tuve mi primer pensamiento «de amor» relacionado con la efectividad personal (aunque por entonces no la conocía como tal). La sensación de pensar en cuánto trabajo mental nos ahorraríamos con un calendario así me abrumó.

En el último momento algo me detuvo y no acabé llamando casa por casa para convencer a todo el mundo de las ventajas del calendario (creo que una de las razones era que hablar por teléfono era mucho más caro que ahora, pero podría equivocarme).

¿Conocías ya este calendario? ¿Qué te parecería un calendario donde la numeración fuera más regular?

Imagen: Nick Hillier

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  • No, no lo conocía, aunque sí se me había ocurrido un sistema parecido para un libro de fantasía. En fin, podría funcionar como calendario civil y, siendo así, cambiar también el nombre de los días de la semana que tienen un origen religioso innegable. Como lo tiene el calendario, no en vano lo fijó Julio César en su papel de Pontifex Maximus. (Y por que sería un lío que el domingo civil no coincida con el domingo religioso, etc, etc…) Además la gente querrá seguir celebrando su navidad, sus carnavales, la fiesta de san pitopato de mi pueblo.


    • La verdad es que como opción práctica es fantástico. Como bien dices, el calendario actual (no solo cómo está configurado, sino festividades incluidas) tienen un origen que a día de hoy es anacrónico o, por lo menos, nada universal. Gracias por comentar, Miguel.


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