La mayor parte de GTD trata sobre proyectos, acciones, organización, y otras cosas que se traducen en trabajo que hacer. Si habláramos de construir una casa diríamos que tratamos sobre cómo poner un ladrillo sobre otro de la mejor forma.
¿Qué otro modo hay sino de avanzar en la construcción? Si no es así, los ladrillos no forman paredes, las paredes no crean habitaciones y la casa no se termina. Pero hay un paso previo a eso, relativamente corto pero importante, sin el cuál no sirve de nada echar horas en construir, y es pensar como queremos que sea nuestra casa.
Con nuestras cosas pasa lo mismo. En cada idea que queramos convertir en realidad, en cada proyecto que queramos finalizar y en cada cosa que saquemos de la bandeja de entrada, hemos de dedicar unos instantes a qué queremos conseguir.
Mi último proyecto personal es acondicionar una terraza. Tengo varias opciones:
- Puedo apuntar una acción que sea «acondicionar la terraza».
- Puedo ir a una tienda de bricolaje y dejarme llevar por las ofertas que tengan allí.
- Puedo dedicar unos minutos a imaginarme como será la terraza que quiero.
Por supuesto, la tercera es la mejor opción. Imaginarme lo que quiero conseguir es ver los muebles y plantas que quiero poner en la terraza. Pero también es escuchar el sonido del aire, o un sonido relajante de agua; y también lo es el calor del sol en verano, o mejor la sombra de un parasol, la comodidad del banco mientras hago una siesta…
Como ves, es importante usar todos los sentidos. En cuanto más vívida sea la descripción del objetivo, más claro y más motivación por conseguirlo. Si tengo todos los sentidos puedo detectar cosas como buscar una fuente de circuito cerrado para escuchar el agua, o fijarme en la forma y comodidad de los asientos para cuando llegue la siesta.
Crear mentalmente los objetivos clarifica tus ideas, te facilita detectar próximas acciones. Saber lo que quieres activa también tu filtro reticular, te hace estar atento a todo aquello relacionado con tu proyecto (imagina lo poco que te puede activar si sólo has escrito una línea en un papel sin hacer una creación mental).
Tener una imagen mental de tu objetivo es también una buena herramienta para revisar el curso del proyecto. Dedica unos segundos durante la revisión a recuperar la imagen, y ver cómo de cerca estás de cumplirlo, o si te estás desviando de lo que querías. De la misma forma, al comparar la realidad con tu imagen en algún momento te encontrarás con que coinciden, y sabrás que has conseguido tu objetivo.
Quizá quieras dedicar más tiempo a pensar en tu futuro jardín o futuras vacaciones que en dónde guardar unos calcetines, pero en una u otra medida todas tus acciones deberían ser consecuencia de definir antes un objetivo.
Fotografía: Rockola.fm por cesargp