Recuerdo que lo que me llevó a usar GTD fue el estrés que me provocaba querer hacer más cosas de las que podía atender. La razón de querer hacerlas todas es que tenía miedo a olvidarme de las ideas que tenía, y las cosas que quería hacer.
Ahora que tengo mi sistema montado, eso no sucede. Avancé mucho cuando pude tener un mecanismo para retener esas cosas que en algún momento quería hacer.
Lo que aprendí fue que, cuando nos preguntamos al procesar ‘¿he de realizar alguna acción respecto a esto?‘, las únicas respuestas no son ‘sí’ o ‘no’; también tenemos la opción de contestar ‘en este momento no, pero sí más adelante’.
Incubar las cosas supone un cambio importante respecto a lo que estábamos acostumbrados. Ahora no hemos de recordarnos contínuamente algo que sólo tiene sentido dentro de unos meses; podemos sacarlo de nuestro ‘radar’ hasta entonces y dedicar nuestro esfuerzo a otra cosa.
Hay dos tipos de elementos que podemos incubar: cosas que ahora podemos aparcar pero que sí necesitamos retomar dentro de un tiempo, y cosas que no tienen una fecha concreta.
Para las cosas que tienen fecha (‘dentro de tres meses he de planificar las vacaciones de verano’), usamos un archivo de recordatorio. Consiste en buscar una forma para recordarnos que hemos de volver a estar pendientes de algún tema.
Las cosas que no tienen fecha concreta irán a una lista de proyectos e ideas llamada «Algún día / tal vez«. Esta es una lista especial que usaremos para poder apartar las cosas que ahora no podemos hacer, pero las haremos tan pronto como sea posible.
Fotografía: Hen from the Puyallup Fair por photogirl7