Días atrás, presentando GTD a un responsable de recursos humanos, al preguntarle si conocía la metodología me contestó: «supongo que es una herramienta para hacer más cosas en menos tiempo, ¿no?». Aguantando como un campeón la punzada de dolor que me provocó el comentario, y con una expresión impertérrita, seguí con la conversación.
Más tarde pude explicarle cuál es la realidad de las metodologías realmente efectivas. El problema que tenemos no es la cantidad de ‘cosas’ pendientes de hacer, o al menos ya no lo es. Hemos llegado a tal desbordamiento de información y de opciones que sacar un 20% más de tiempo al día no nos soluciona todo lo que nos gustaría hacer.
La situación, al contrario, es que tenemos muchísimo posible trabajo. Tanto que, por mucho que tuviéramos un día de 40 horas, seguiríamos sin terminarlo, o buscaríamos con qué llenarlo. Por tanto, nuestro trabajo más importante es filtrar todas esas ‘cosas’, y escoger cuáles y cómo las haremos.
¿Cómo se hace eso? Siendo efectivo, es decir, haciendo aquellas cosas que aporten más valor. El objetivo de una metodología de productividad personal como GTD ya no es que nos ayude a hacer más cosas en menos tiempo1, sino pensar en qué cosas están a nuestro alcance para aportar el máximo. Y es curioso, porque muchas personas que se acercan a métodos como GTD lo hacen buscando precisamente esta vía de escape, esta solución que, con la perspectiva, resulta ser una ‘píldora mágica’.
Hemos de ver el trabajo en otros términos
Pongamos una persona como Elon Musk, Mahatma Gandhi, Nikola Tesla, Jeff Bezos. ¿Acaso ellos han tenido más horas al día que nosotros? No, lo que sucede es que han escogido mejor a qué dedicar su tiempo (además de marcarse grandes objetivos). Han pensado sobre qué cosas pueden hacer que tengan el máximo impacto con el menor esfuerzo.
Ese es el trabajo principal que tenemos que hacer nosotros: ser lo más efectivos posible. Hemos de escoger cuáles van a ser nuestras batallas, y sacar el máximo provecho de nuestro trabajo.
No es un asunto evidente. Para decidir en lo inmediato (las acciones diarias) hemos de tener claros otras áreas. Estas áreas de mayor abstracción pueden ser nuestros objetivos y valores, los de la empresa para la que trabajamos, etc.).
En resumen, ya no podemos buscar cómo hacer más cosas en menos tiempo como solución a un trabajo exigente. El camino pasa por gestionar ese trabajo en base a qué acciones o resultados intermedios van a aportar más valor, ponerlos en perspectiva con la dedicación que va a requerir, y escoger las mejores opciones. Este trabajo sobre el trabajo es casi seguro lo más importante que tenemos que hacer.
Fotografía de Veri Ivanova
- A la práctica sí hay mejoras en este aspecto, pero no es relevante ni es el principal beneficio. ?
Comments
Patxi Castillo
AuthorDaniel extraigo del artículo el énfasis en la enorme importancia de definir nuestro trabajo como parte fundamental de nuestro día a día.
Definir el trabajo, hacer el trabajo definido, y trabajar según surja el trabajo son las tres formas disponibles para desempeñar nuestras responsabilidades, y por tanto, si queremos huir de la improvisación, reducir el estrés, ganar control y perspectiva es fundamental definir nuestro trabajo para focalizar nuestra atención en lo que realmente nos aporta valor.
Daniel, felicidades un magnífico artículo.
Lidia Cerv
AuthorConcuerdo totalmente contigo Daniel, me parece total y absolutamente necesario que las nuevas generaciones aprendan a gestionar su recurso más valioso: el tiempo; la gente no quiere creer que pueden lograr más si tan solo deciden hacer un esfuerzo mayor para lograr sus metas, lo que genera un circulo vicioso de insatisfacción y frustración personal que les impide formular nuevos objetivos, sin pensar si quiera en la elaboración de estrategias que pudieran ayudar al pleno dominio de cada minuto de nuestro día a día.
¡Excelente contenido!