La parábola de la gestión del tiempo
Recientemente volví a leer la parábola de la gestión del tiempo, que me explicaron antes de conocer este tema como ahora. Las dos primeras veces que las leí fueron versiones distintas.
La primera vez, la historia acababa al hacer la primera pregunta:
– Qué hemos demostrado?
– Que no importa lo llena que esté tu agenda, si lo intentas, siempre puedes hacer que quepan más cosas.
Esto es, la idea general de la gestión del tiempo. Saber organizar nuestras tareas y proyectos, usar las metodologías de gestión, nos permite poder llevar todo el trabajo que deseamos realizar. A más tareas, mediante su correcta gestión, podemos encontrar la forma de hacerlas todas, de hacerlas caber en nuestra jarra de tiempo.
La siguiente vez que la leí, a parte de que el asesor también volcaba agua además de arena, al final de la historia se le añadía esta moraleja:
– NO!
Esta lección nos enseña que si no colocas las piedras grandes primero, nunca podrás colocarlas después. ¿Cuáles son las grandes piedras de tu vida? Tu familia, tus amigos, tus sueños, tu salud, la persona que aprecias… Recuerda, sitúalas en primer lugar y el resto encontrará el suyo.
La razón de hacer una serie de tareas ha de ser llegar a cumplir unos objetivos, una meta. Esos objetivos son nuestros ‘grandes objetivos’, cada uno tiene los suyos propios pero habitualmente van entorno a esos valores: familia, amigos, salud…
Usando la jerga de la gestión del tiempo, podríamos decir que saber poner la gravilla, arena y agua en el jarrón sería un enfoque ‘de abajo a arriba’, como el que explica Getting Things Done, mientras que decidir cuáles son nuestras piedras grandes es un enfoque ‘de arriba a abajo’, en la línea de los consejos de Stephen R. Covey.
Hemos de tener en cuenta, y en la parábola no se explica, que la gravilla y arena que pongamos en el jarrón siempre tiene que complementar nuestras piedras. Todo el trabajo que hagamos ha de estar orientado a conseguir esos objetivos.
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