Hoy en día queremos aprender muchas cosas y hacer otras tantas. El tiempo no da para más, así que lo «lógico» es tirar a lo rápido: comida preparada para comerla rápido, dietas que en poco tiempo nos hagan perder mucho peso, ejercicios que nos hagan marcar abdominales en dos semanas (si puede ser una mejor), y, por supuesto, usar trucos que nos permitan hacer más cosas más rápido.
El resultado es hacer una búsqueda en Google y obtener soluciones para cada uno de estos problemas. Lo que encontramos con más facilidad son listas de «5 cosas que debes hacer para…», que se repiten una y otra vez sin mucho sustento ni explicación de por qué funciona o para qué sirve. A nadie le importa, si funciona ya está bien.
Muchos de esos contenidos son repetitivos y sin explicación porque las personas que redactan esos textos para Internet no tienen conocimientos extensos; a ellos les pagan por hacer contenidos y atraer visitas a la página. No hay mala intención, sino poca formación y probablemente menos interés. También están los ‘expertos’, entre los que podemos dar con alguien que realmente sabe de qué habla o con un ‘listo’, uno de esos que persigue la premisa de la ventaa la hora de escribir e-books: lo que las personas buscan con más desesperación es cómo adelgazar y cómo ganar dinero.
Otros pocos lanzan sus números mágicos: hay que levantarse a las 5 de la mañana para tener éxito, haz una lista de máximo tres objetivos, o prepara tus Tareas Más Importantes el día antes. Estos números mágicos son con los que más cuidado se ha de llevar, porque son los que más despistan.
Me he resistido a decir «son los que más engañan», porque no quería crear confusión. Realmente su propósito no es engañar, sino recomendar «algo que funciona». Y si lo probamos probablemente veamos que tienen razón, que funciona mejor que no hacer nada. Pero no es suficiente, no explican cuál es el principio detrás de ese consejo.
No es lo mismo aconsejar «seguir un máximo de tres objetivos» que «procura que tus objetivos no superen tu capacidad de atención; a mí me ha funcionado con hasta tres objetivos de dificultad media», por ejemplo. Con el uno tenemos posibilidad de entender qué sucede y adaptarlo a nuestras circunstancias, con el otro podemos incluso frustrarnos si no somos capaces de cumplir el «número mágico» o hacer más daño que bien si no somos «de la media» (para mejor o para peor). Pero, claro, el «número mágico» es más fácil de seguir porque no hay que pensar en cómo proyectarlo sobre nuestra realidad.
Obviamente no todo el mundo puede ser un experto en todo, pero nadie nos puede quitar el usar el pensamiento crítico. Podemos analizar qué hay detrás de cada afirmación, buscar el principio que la sustenta, aplicarlo a nuestras circunstancias y ver qué sucede. O, tampoco sería una mala idea, podemos acudir a un profesional que sí conozca el tema en profundidad y nos guíe. Aprovechemos la especialización de las personas.
Fotografía de Brandon Morgan
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