Me encontré con una entrada del blog de iconocla.st. En ella el autor del diario personal explica cómo se le reveló el objetivo de sus tareas. Aunque puede resultar algo triste, a mí me ha resultado aleccionador. A continuación hago una interpretación algo libre del texto:
Como muchos otros, empecé con GTD, y al tiempo me di cuenta de que añadía las tareas más rápido de lo que las que podía realizar.
Un día estaba hablando con un amigo que también se había puesto de forma feroz con GTD. Me dijo:
– Cuando pones algo en tu lista de tareas, estás comprometiéndote a hacerlo. Quiere decir que no vas a hacer otras cosas. Así que tienes que elegir entre esas cosas. Bien, ¿por qué has de escoger?
– ¿Porque tu tiempo es limitado? – dije, después de pensarlo un segundo
– Porque vas a morir.En ese momento, me iluminé.
Mi amigo hizo la observación que la lista de tareas es, en cierto modo, una calavera sobre la mesa que nos recuerda que nuestro tiempo aquí es limitado, y deberíamos sacar el máximo partido; así la lista también se convierte en una herramienta para conseguir esto.
Lo he interpretado como un imperativo para mover los elementos persistentes de la lista de tareas al archivo Algún día / Quizá. O ni siquiera dejarlos entrar en la lista de tareas, para empezar.
Haz un repaso a ese tipo de elementos, seguro que tú también los tienes. No has de deshacerte de ellos sólo trasladarlos a la lista de Algún día y olvidarte de ellos por el momento